martes, 8 de marzo de 2011

El expreso de Shanghai

En “El expreso de Shanghai” Von Sternberg nos habla de nuevo del amor materializado en su musa, fuente de sus inspiración, de su amor y también en parte de sus temores, Marlene Dietrich. Mucho más optimista que aquel magnífico relato de amor y odio titulado “El ángel azul”, el realizador desarrolla una visión del amor y del mundo en unos vagones de tren, mientras fuera (y dentro) de esas paredes estalla la revolución en China.

Una Alemania hipocondríaca, con miedo a todo, extrema y a la vez frágil representada en Eric Baum, una Inglaterra que le sirve para hablar del reencuentro y una Francia tranquila pero a la vez independiente y que parece no enterarse de nada. Estos y otros son los personajes que mediante su caracterización nos darán una pequeña lección del estado psicológico de los años 30.

Entre todos ellos dos amantes que se han reencontrado ironizan sobre su relación, y en una simple escena iluminada por la fotografía de Lee Garmes, en la que Dietrich fuma un cigarro mientras le tiemblan las manos, Sternberg nos habla del amor que sentía por aquella reina del cabaret que conoció en “El ángel azul”.

Miguel Suárez

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